jueves, 20 de agosto de 2009

LA LIBERTAD NOS PERMITE IDENTIFICARNOS

El desarrollo de este Blog, permite romper cadenas. Éstas nos compactan dentro de un mundo diverso, aceptar esta diversidad tambien forma parte de la historia, de aquel que nos antecede como nativo, como dueño primigenio. Particularmente, la historia de nuestro continente, comienza a ser como tal, a partir de lo que el invasor escribe luego de imponer su lengua, su cultura, sus instituciones, su olor extraño a un cuerpo definido por colores y sabores propios.
America Latina tiene la posibilidad historica de reconocerse, unirse, liberarse de las mentiras importadas en hojas blancas perfectamente encuadernadas, creadas por el europeo, civilizado y a la vez avasallador.
Lo que tenemos escrito desde nuestra historia esta en muros, en piedras, en templos antiguos, en grandes extensiones de suelo que solo desde un avion se puede apreciar.
La palabra transformada en lengua, estaba desde antes de su llegada, lengua que definia cosas y situaciones de manera explendida, el guaraní, es un fiel ejemplo de ello. Existen diccionarios que poseen innumerables cantidades de paginas con vocabulario guaraní. Tambien las civilizaciones Maya, Azteca, Inca, Tiawanaco y otras tantas, eran naciones parlantes que se comunicaban y construian mundos propios y relaciones interculturales.
Somos ramas de un mismo arbol, hacia ese fin transita este Blog, el fin de ¡Darse cuenta!, no distraerse, porque tenemos muchas cadenas que romper aun, y en la medida en que el gigante del sur se despierte, podemos transformar la realidad del vasallaje impuesto desde la conquista hasta hoy en muchos aspectos.

¿COMO NOS LLAMA EL MUNDO?

El planteo subyacente, tiene que ver con el ¿cómo nos llaman en el mundo? y ¿qué mundo nos llama de esta manera? Actualmente para este sistema de diversidad y pluralidad de conceptos somos los que estamos según el mapa, con formato cartográfico “moderno”, “abajo”, “en el sur”, según la división imaginaria del ecuador “hemisferio sur”, según la dimensión de lo económico “la zona tercermundista”. Este es el “primer corte” y concepto de frontera que se lee en el escenario mundial. Visto desde la economía y la política. Existe un “segundo corte”, es el que corresponde a las sociedades de estados en bloque que implica en un contexto jurídico y económico igualdades en las acciones políticas hacia el mundo.
Estos estratos equiparables y superpuestos en una sociedad educativa importada y transplantada deben construirse desde un origen, un principio, una historia que “no es prehistoria”, ya que según cual concepto nos va a discriminar y excluir como cultura con un pasado validado y valorado dentro de la historia.
Volviendo a qué mundo nos llama, son acaso los creadores del antes y después histórico.
La construcción de la identidad está instaurada dentro de los pendientes nacionales y latinoamericanos.
¿Cómo construyeron su identidad los que nos llaman y nos imponen conceptos? Seguramente nuestra dimensión es diferente a la de ellos, porque el origen lo es, y la composición social también lo es. Entonces, bajando los conceptos referenciados al ámbito dimensional de la República Argentina, deberíamos plantearnos si la falsación de la historia, con los íconos propios, quiebra una identidad subyacente.
Las consideraciones que tienen que ver con los agentes que hacen a la construcción o el sepultamiento del “ser” argentino o americano, en su propia autoconcepción de la identidad, son condicionantes políticos, económicos, sociales y de una “endemia cultural” que afecta a la parcialidad de nuestro país. En términos cartográficos tenemos zonas como Chaco, Noroeste, y contrastes hispanoamericanos en la línea de los Andes, gracias al aporte y rescate de la cultura americana significante en Chile.
Pero la realidad de la educación importa hoy valores que navegan, según el titular de cátedra, en una infra- realidad, la nada, el vaciamiento tangible y la supra- realidad, lo exaltado, de acuerdo a lineamientos categóricos “estancos” y “oficiales”. Los próceres inalcanzables “casi dioses” y por supuestos indiscutibles.
Estos conceptos responden a la persistencia de la línea sarmientina de civilización y barbarie, fundamentada en la acumulación de saberes absolutos, modernos e ideales.
La historia sin prole no es historia y desde la “no reproducción” no se construye la identidad que implica más a una transmisión desde las entrañas mismas de lo nativo –“prehistórico”, según la mirada de los europeos, que van desde las concepciones nuevas aplicadas a la diversidad de situaciones culturales particularizadas.

CULTURAS EN EVOLUCIÓN O EN DESARROLLO

Existe una teoría que sostiene que la evolución de las sociedades no se dio por aparición espontánea en todos los puntos del planeta, existe una realidad irrefutable que establece que el hombre es un ser social que no puede desarrollarse fuera de este ámbito.
Cuando algunas comunidades se dedican al cultivo y cría de animales se da por consecuencia en estado sedentario del hombre, variación fundamental en su estado anterior, ya que este modifica así su vida cotidiana de manera sustancial.
La producción de la agricultura es primera para el uso comunitario del clan, pero luego por necesidad de otros clanes, se efectúa el intercambio de productos alimenticios diferentes, en forma de trueque, esto que es en un principio por necesidad sin valor agregado, luego se transforma en el producto con un valor determinado a la producción y cuidados del mismo.
En un principio los productos eran direccionados a los intercambios de una macro – región como podían ser, en nuestro continente los guaraníes con los guaraníes Thimbu, los chanas y los charruas, o los incas con los yamanás, o los araucanos y los tehuelches. Esto planteado antes de la conquista.
Luego con las tecnologías y forma de vida paradigmática diferente adoptadas por los europeos, que incluían alimentos con gran cantidad de especias traídas desde oriente con la predominación, por motivos de crisis preexistentes de ganado porcino y aviar en sus mesas, de acuerdo al régimen político reinante en el periodo que va desde la Edad Media a la Edad Moderna, o sea desde el periodo feudal a la formación de los primeros estados en el viejo continente y que alcanza el descubrimiento de América 1492, se produce un choque cultural en una totalidad casi absoluta y un avasallamiento en cuanto a los cambios sociales, políticos y económicos. Esto crea un tejido social nuevo que no termina de entremezclarse a pesar de las oleadas migratorias posteriores. Hoy coexisten dos paradigmas, resultado de aquel acontecimiento producido hace mas de 500 años.

miércoles, 19 de agosto de 2009

LAS VALORACIONES CULTURALES Y LOS NUEVOS ISMOS

Fray Bartolomé de las Casas, intentó una enorme, desesperada obra de amor y de justicia que emprendió no sólo con la pluma sino también con la acción pastoral y política que desplegó mientras fue obispo de Chiapas, excomulgando a funcionarios y curas que oprimían a los indígenas y pidiendo a estos a que le denunciaran los agravios que sufrían.
En su testamento, escrito dos años antes de su muerte, dice: “Tengo por cierto que cuanto se ha cometido contra aquella gentes, robos o muertes y usurpaciones de sus estados…ha sido contra la Ley de Jesucristo y contra toda razón natural… y creo que, por estas impías e ignominiosas obras Dios ha de derramar sobre España su furor y su ira, porque toda ella ha comunicado y participado poco que mucho en las riquezas sangrientamente robadas e acabamientos de aquellas gentes”.
En los orígenes de la corriente indigenista de este siglo está Manuel González Prada, con su clásico ensayo “Nuestros Indios”, con una tesis extrema. El indio sólo puede confiar en sí mismo para liberarse. El indio debe armarse.
El indigenismo es notoriamente defensa del indígena agredido. También es otra cosa, un testimonio de amor. Es lo que sintetiza Arguedas: “Recorrí los campos e hice las faenas de los campesinos bajo el infinito amparo de los comuneros quechuas. La más honda y bravía ternura, el odio más profundo, se vertía en el lenguaje de mis protectores; el amor más puro, que hace de quien lo ha recibido un individuo absolutamente inmune al escepticismo”.
Por eso es comprensible el planteo del sociólogo José Uriel García: “Nuestra época ya no puede ser la del resurgimiento de las razas ni del predominio determinante de la sangre en el proceso del pensamiento y, por tanto, de la historia.” “A ese hombre que viene a nosotros con el corazón abierto a saturarse de sugestión de la sierra, henchir su alma a su contacto, siendo lo de menos el color de su piel y el ritmo de su pulso, a ese le llamaremos indio…”
Con justicia el catamarqueño Joselín Cerda Rodríguez dice que todos los que se reconocen hijos de esta tierra son indios. Aunque las cosas no sean como antes
Una característica extendida del indigenismo es su cercanía con las doctrinas socialistas.
Las raíces del anti-indigenismo no están en una posición literaria sino en la oposición al indígena, a su cultura. En primer lugar, en la concepción europea y en términos de Hegel: es “el espíritu libre”. El sentido de la historia, el sentido de todo pueblo sobre la Tierra, es para esa filosofía realizar la libertad. Quienes van adelante en este proceso marcan el camino, deben ser seguidos por los otros. “Los orientales sólo han sabido que uno es libre. Griegos y romanos supieron que algunos son libres. Nosotros sabemos que todos los hombres son libres”, decía Hegel.
La posición contraria a la de la libertad es la de estar adheridos a la naturaleza. (América, según la veía Hegel, aún no se ha sobrenaturalizado, aún no tiene un lugar en la historia). La libertad es representada, en la tradición europea, como separación e independencia respecto de la Tierra.
Como aspiración a la liviandad, la altura, la luz. Lo contrario es la densidad, lo bajo y oscuro de la materia planetaria que se convierten en anti- valores en el plano metafísico, ético y gnoseológico. La concepción de los pueblos indígenas de América ve a la Tierra como madre viviente que, fecundada por el Sol, da la vida y la sostiene. No se trata de alejarnos de ella para acercarnos a lo sagrado, al origen de la vida y los hombres -sino por el contrario- de descender profundamente al reencuentro con ella. La historia de la cultura imperante en el mundo –y no sólo en el llamado Occidente- puede verse como la historia de la lucha contra esta arcaica concepción.

LA IDENTIDAD DESDE EL PRESENTE

http://www.arteyesperanza.com.ar/catalogo.htm
Esta pagina remite a un espacio constructivo de una identidad viva desde la mas masiva tecnologia a la que asistimos hoy, son nuestros antecesores promocionando su actividad artesanal por internet.
Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible, ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y los demás intereses que los afectan. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones.”
El Articulo Nº 75 inciso nº 17 de la Constitución Nacional intenta recordar e incluir dentro de la resultante de tantas oleadas de inmigrantes una identidad subyacente, ya que es desde nuestra óptica es erróneo decir “reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas”, porque ningún país que reconozca su propia identidad se plantea en legislar sobre la existencia de pueblos base de una cultura. En otras palabras, la totalidad de este artículo, tan bien expresado y parido desde el Congreso, no es más que un buen escrito que ni siquiera se aplica ya que las tierras de los primeros habitantes son vendidas a multinacionales y a capitales extranjeros como Benetton o Petrobras para su uso indiscriminado y destrucción del medio ambiente en pos del progreso globalizado.
Por otra parte la educación bilingüe solo se da en algunas escuelas perdidas en los lugares más inhóspitos del país.
Por ejemplo, en el Chaco, se destruye año a año el impenetrable en detrimento de los pueblos aborígenes y esas tierras son vendidas por el estado provincial con total impunidad y corrupción vejando todo mandato supremo de la carta magna. Las comunidades aborígenes en nuestro país están en un total abandono legal y a merced de ser destruidas por cualquier gobernante irresponsable desconociendo este artículo 75 de la Constitución. En el trasfondo de este incumplimiento existe una negación a verse reflejado en una identidad nativa propia y no la que nos inculcaron desde la educación: “bajada de un barco” y mejor dicho, traída directamente desde Europa.
Desde Domingo Faustino Sarmiento se desprecia la verdadera identidad, este nos dice “quisiéramos apartar de toda cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos, sin poderlo remediar, una invencible repugnancia, y para nosotros, Colo Colo, Lautaro y Caupolicán, no obstante los ropajes civilizados y nobles de que los revistiera Ercilla, no son más que unos indios asquerosos, a quienes habríamos hecho colgar y colgaríamos ahora, si reaparecieran en una guerra de los araucanos contra Chile, que nada tiene que ver con esa canalla”; y lo extractamos de: “Nueva Crónica de la Conquista del Tucumán”, por Roberto Leviller, Madrid, 1926.
Desde aquí la educación sistemática y desfavorable a nuestra verdadera identidad y un atentado permanente al acervo cultural mas primogénito.

"EL DERECHO AL GENOCIDIO"

Generalmente, cuando existe una invasión que pretende borrar culturas enteras y hacer prevalecer la supremacía por las armas, se cometen incoherencias jurídicas que luego derivan en aberraciones de índole penal, que no se logran justificar ni siquiera con el tiempo transcurrido y son delitos tan graves que hoy son llamados de lesa humanidad. La realidad americana era tan lejana a la europea que no existían parámetros jurisprudenciales aplicables de un continente a otro, mientras uno transitaba la aplicación plena del derecho positivo, el otro, en un alto porcentaje, se manejaba con en derecho original de la humanidad, el primero de todas las cosas: el derecho natural. Esto no quiere decir que uno se contraponga al otro, simplemente el derecho positivo que debería ser contenido por el derecho natural, en aquel tiempo, e inclusive, en este, es autodeterminante de si mismo, y contradice principios, pilares del derecho natural, como por ejemplo el derecho a la vida y a la libertad del ser humano.
Toda la defensa de una cultura debe estar proyectada en bases firmes e indiscutidas y los dos derechos fundamentales: el derecho natural y el derecho divino, contienen implícito al derecho humano, vejado desde la primera impresión escrita de los europeos donde se describía a los pueblos americanos como “inferiores”. No admiten ningún tipo de avasallamiento los derechos antes citados; sin embargo, se tenía desde Europa una idea homocéntrica del mundo por la profesión de fe hacia la iglesia Católica, cuyo conductor, como hoy lo es, el Papa, tenía un poder que, solapado bajo los ropajes de lo espiritual, manejaba los destinos de lo temporal, permitiendo que esta parte del mundo sea llamada desde los anales “salvaje e infiel”; y nos preguntamos infiel a quién, porque si comprendimos el capítulo anterior que nos habla de “cosmovisiones”, nos damos cuenta que es solo una terrible excusa para monopolizar territorios, en favor de Europa, sea el país que fuere.

EL ORIGEN DE LA IDENTIDAD, COSMOVISIONES ANCESTRALES

Esta imagen muestra a un hombre reflejado en mil hombres, la diversidad de las cosmovisiones y la historia en su dedibujamiento.
Desde los albores del siglo XXI la guerra pasa por el petróleo y se confunde con los fundamentalismos de las distintas cosmovisiones, y después, vendrá seguramente aquella por el agua, en nombre de algo que no se condice para nada con la religión que hoy abrazamos. Así nos explicamos que volver la vista hacia nuestro pasado armonioso será una respuesta.
La naturaleza para nosotros lo era todo, y el todo apuntaba hacia la armonía. Las cosmovisiones nos ponían en medio de ella, todo partía de ahí, en la brecha del Universo creado e incognoscible sin tantas disquisiciones, pues la naturaleza era respetada, y muchas de las características de nuestras estrategias para la vida, y lo sagrado incluso, partían de principios, mitos, pensamientos, en síntesis, una cultura desde su seno, que por milenios nos acunaba. Las más increíbles potestades, la divinidad, lo mágico, y lo ancestral devenían en el tiempo de cosmogonías, visiones del mundo, imaginerías, técnicas, todo ello impregnado en el arte, la transmisión oral y escrita, de lo acontecido en cada momento, de los ciclos que vivimos como habitantes de esta “Abya Yala”, Tierra Fecunda, como llamaron nativos de Colombia, a nuestra Latinoamérica.
Le quitaríamos valor a todo esto desde una óptica materialista. Allende la naturaleza de esos tiempos miraríamos hoy esta tierra bendita que prodiga esperanza, siempre el “nuevo mundo”, y desde esa cosmovisión construiríamos un futuro mejor para nuestros hijos, en un lugar que mucho se parece a la “tierra sin mal”, al “paraíso”, que está aquí, y pretenden ultrajar, más allá de políticas de unión, y buenos y malos resultados que hubo en este ciclo histórico de quinientos y más años que están en este debate.
Nuestros hijos pueden reconstruir nuestra identidad y nuestra historia, apelando a este pensamiento, siempre que, como ahora, les demos herramientas, pero por sobre todo, coraje para hacerlo.
La cosmovisión que contenía la explicación de la vida y la muerte, en la mayoría de los pueblos americanos, era la suma de la inocencia y la naturaleza, en un mundo sin las perversidades a las que estaban acostumbrados los europeos que, según las absurdas conclusiones de algunos estudiosos, eran los “civilizados”

LA IDENTIDAD Y LOS TIEMPOS NATIVOS

Entonces, por qué asociar nuestro desarrollo como cultura, como comunidades, como sociedad, con el tiempo transcurrido, y dividirnos según el “grado de desarrollo”, como decir, “grado de evolución”, según una óptica materialista objetiva, a veces, hasta etnocéntrica…Según con el cristal con el que se mire, dos preguntas para hacernos: ¿De acuerdo a esto varía el desarrollo? ¿Seremos una cultura mas desarrollada por nuestra permanencia temporal?
Para resolver estas incógnitas podemos plantear, según una óptica, que el tiempo está dividido en tres formas dimensionales posibles: pasado, presente y futuro. Pero con una idea atemporal de la vida, podemos lograr el uso del hoy conjugando el ayer y conjugando el mañana, pudiendo decir también ahora. Dimensionando el tiempo de otra manera, sin fraccionarlo seguramente lo viviremos intensamente sin conciencia más que natural de su paso. Este era el tiempo que vivían las culturas prehispanicas que se regían según el reloj de la naturaleza.
Inclusive, si nos situamos temporalmente podemos decir “ellos vivieron hasta…”, con un cristal, pero la otra forma de ver el tiempo, (hoy), es una forma de pensar donde el tiempo se computa diversamente, cualitativamente, sin reloj, por eso atemporal. Nuestros antecesores vivían con patrones de dimensionar el tiempo diferente, sin reloj, regido por un matiz de vida más cualitativo sin importar un momento cuantitativo.
Entonces, en el tiempo de la América prehispánica, se tenía un compás de tiempo determinado por la naturaleza, un tiempo de vida regido por los astros, las luces y las sombras, sin ser condicionados por un reloj que hoy nos lleva al extremo por nuestro ritmo de vida y una época que nos define individuos (indivisibles, únicos, diferentes del otro, como estar “solos en el mundo”, conectados a medios tecnológicos y no a nuestros pares) ante la máxima del condicionamiento que enferma cada vez mas la salud del hombre del siglo XXI.
Las diferencias se planteaban al transitar un camino unidos, como pares de una comunidad, agrupados en grandes familias, a las que a diferencia de aquel tiempo, se les llama hoy: sociedad, y eran comunidades, sin duda, y el destino colectivo era una realidad porque comprendían el presente del día a día, construidos desde las primeras pinceladas del ko´é (guar. amanecer), y desde una relación de pares mejor entendida –observado esto en la cultura de una comunicación más fluida, más humana. Las relaciones humanas quizás eran más ricas en comunicación, diríamos espontáneas. Y aquí hay un claro ejemplo, de cómo hoy el sedentarismo y la tecnología nos deshumaniza. Seguramente, un atardecer, en ronda familiar, les permitiría planificar estrategias, dirimir conflictos, como algunos lo hacemos en una mesa. Sería otro motivo para entender como aquellos, aunque con conflictos, vivían esa dimensión natural del tiempo en comunión con sus pares, e interrelación continua y fructificante, aunque litigaban, a veces a muerte, como las sociedades de todos los tiempos.

EL DERECHO A LA IDENTIDAD

Los invasores europeos, cuando llegaron a nuestra tierra, pensaron en tener el derecho de quedarse vil y violentamente con ella -además de esclavizar al propietario por naturaleza de la tierra, que ostentaban como un principio del derecho natural y no positivo, como el que ellos ejercían, como más adelante relataremos en las diferentes cosmovisiones, en cuanto al derecho practicado por ambas culturas. Era una cultura extraña a nosotros por sus políticas de tratar al desconocido como nada, en definitiva, como fueron tratados nuestros antecesores a quienes les pusieron alambrados a sus sueños de tierra virgen, hoy desgastada… ¡La desesperación de esa gente por recuperar lo que sentían de ellos, cuando les colocaban alambrados!
A los que rechazaron su presencia les llamaron charrúas tal vez porque decían mucho esa palabra. Y cinco personas de esta cultura, que sobrevivieron, resultaron ser exhibidas en un escenario como los habitantes exóticos de una tierra ultrajada, ultrajándolos hasta la muerte, aparecieron como una noticia de una radio uruguaya porque sus restos fueron repatriados de Francia por voluntad política, así: “los últimos charrúas”. ¿Los últimos habitantes? Y nosotros, confundidos y pensándonos extranjeros en nuestra propia tierra, aprendiendo desde pequeños a no ser relacionados con nuestra identidad. Los antecesores a nuestra realidad fueron aislados y condenados a ser “indigentes”. Aquellos chónik eran como guardianes de esta tierra y convivían con la naturaleza perfectamente autóctona en aquel tiempo, y hoy, cuando viajamos por las rutas, apenas si podemos encontrar árboles de especies originarias.

martes, 18 de agosto de 2009

LATINOAMERICA Y SU AUTODETERMINACION COMO PUEBLO

Mientras, esta sociedad “occidental y civilizada” avanza camino a una auto devastación comenzando por alterar el orden natural de las cosas, violentándolo a su parecer y termina en la problemática de la valoración de la vida -conceptos como el de familia se desvirtúan, también arrastrando con ello tantos aspectos negativos, por supuestos positivistas hacedores de la construcción moral y hasta espiritual del hombre del siglo XXI, contrastando con aquellos, como nosotros, que procuramos defender los conceptos profundos de una valorización diversa y constructiva de nuestra identidad.
Los dueños genuinos, por naturaleza, de esta tierra, son lanzados, a través de estos conceptos, a darles otra oportunidad a los ciegos y distraídos culturales a dejar de serlo. Y lo hacemos mediante aquellos guardianes, acérrimos defensores de la vida de antaño.
La proscripción a la diferencia racial responde a una actitud civilizada: no discriminar por el color de piel.
Pero en realidad existen muchas formas de discriminación y una de ellas tiene que ver con lo cultural más allá del color de la piel, tonta manera de ver la condición humana por razas, habiendo una sola, discriminando por la adaptación de la piel al medio vivido. A veces, la discriminación es casi imperceptible, una demostración de ello es la forma de llamarnos. Sistemáticamente nos han inculcado, desde la actual educación básica, un concepto errado de lo que somos y donde vivimos. Esto obedece a la discriminación histórica impuesta con modelos educadores importados desde Europa. Que no permiten opcionar con libertad el rescate de nuestra propia historia milenaria. Ocultando, por citar, un juicio con sentencia firme, aludiendo al derecho vigente, que es la violación a los derechos humanos practicada por la corona española a lo largo de la extensión del continente americano.
Un contemporáneo de la irrupción en nuestras tierras Bartolomé de las Casas, en su obra “Los fundamentos de los Derechos Humanos”, enuncia que “así como cada hombre es libre, cada pueblo es independiente y tiene derecho a la autodeterminación”.

lunes, 17 de agosto de 2009

UNA TRADICIÓN ANCESTRAL

Una de las tradiciones más hermosas entre nosotros, es el mate. Costumbre sana que prevalece y trae desde la naturaleza sus bondades, y entre nosotros, entre otras cosas, una comunicación, que por siglos no se ha perdido, pero porqué también tiene misterios, simples misterios de encanto y belleza. Gocemos a continuación, de literatura que nos habla al respecto. Y veamos, como algo milenario puede prevalecer tanto, y su porqué de ser misterioso.
De Eduardo Galeano, en “Memorias de fuego 1”:, a disfrutar del relato:
“La yerba mate.
La luna se moría de ganas de pisar la tierra. Quería probar las frutas y bañarse en algún río.
Gracias a las nubes, pudo bajar. Desde la puesta del sol hasta el alba, las nubes cubrieron el cielo para que nadie advirtiera que la luna faltaba.
Fue una maravilla la noche en la tierra. La luna paseó por la selva del alto Paraná, conoció misteriosos aromas y sabores y nadó largamente en el río. Un viejo labrador la salvó dos veces. Cuando el jaguar iba a clavar sus dientes en el cuello de la luna, el viejo degolló a la fiera con su cuchillo; y cuando la luna tuvo hambre, la llevó a su casa. , dijo la mujer del labrador, y le dio unas tortillas de maíz.
A la noche siguiente, desde el cielo, la luna se asomó a la casa de sus amigos. El viejo labrador había construido su choza en un claro de la selva, muy lejos de las aldeas. Allí vivía, como en un exilio, con su mujer y su hija.
La luna descubrió que en aquella casa no quedaba nada que comer. Para ella habían sido las últimas tortillas de maíz. Entonces iluminó el lugar con lo mejor de sus luces y pidió a las nubes que dejasen caer, alrededor de la choza, una llovizna muy especial.
Al amanecer, en esa tierra habían brotado unos árboles desconocidos. Entre el verde oscuro de las hojas, asomaban las flores blancas.
Jamás murió la hija del viejo labrador. Ella es la dueña de la yerba mate y anda por el mundo ofreciéndola a los demás. La yerba mate despierta a los dormidos, corrige a los haraganes y hace hermanas a las gentes que no se conocen.”

HISTORICA DISCRIMINACIÓN

Analizando preconceptos tenemos, como incorporación directa, a la apertura de la aceptación cultural diferenciada, la palabra discriminación.
Nos podemos sorprender observando detenidamente libros de historia –sin hacer diferencias de cuantos ni cuales sino lo ocurrido- como prevalece la discriminación de los ciclos históricos vividos con anterioridad al año 1492, el principio del final para muchos historiadores que estudian los procesos de transformación del continente americano en cuanto a su mapa cultural inicial. Se toman en consideración diferentes conceptos como lo son: precolombino y prehispánico a todo hecho u objeto de estudio, acentuando el momento en que los europeos llegan a nuestro continente y comienza un proceso con raíz en la palabra tomada, y otras que se relatarán a lo largo del camino de desentrañar la historia en conceptos preconcebidos.
Pocas son las páginas dedicadas, en estos libros de historia, a desmenuzar nuestra verdadera visión histórica de lo ocurrido por milenios en Tierra Fecunda, llamada de esta manera por los habitantes de nuestra tierra –el Abya Yala de los primeros habitantes de Colombia, América, llamada así por europeos en honor a Américo Vespucio, y muchas son las hojas dedicadas a contarnos el vaciamiento material y cultural sufrido. Ante tal situación de desprecio nosotros podemos construir nuestra propia visión.
Podemos, por lo tanto, desechar esa centralización histórica de la cuestión “conquista de América”, a favor de los intereses mezquinos y conceptos perjudicantes de nuestra condición.
Después de su irrupción, y desde nuestro punto de vista, destructivo pero inevitable de acuerdo al avance de las culturas, se hace trabajoso, pero tiene el mérito de definir para nuestro mejor provecho los términos manejados en esta obra identificatoria, y la razón de ser contraria constructivamente a esa injusta discriminación histórica.

domingo, 9 de agosto de 2009

"LOS INDIOS" QUE NO FUERON

Para muchos nos llamamos “indios”, “indígenas”, “aborígenes” o “indoamericanos”. Desde nuestro punto de vista no somos ninguna de estas denominaciones de afuera y las razones son las siguientes: si nos definimos indios seríamos oriundos de la India, en su mayoría descendientes de los arios o indoeuropeos que penetraron en la India hacia el año1400 a.C. con restos de la población primitiva. Esta denominación fue impuesta por los conquistadores españoles y desde allí sobrevivió dentro de los anales y documentos históricos que tomaron como fuentes de investigación los posteriores investigadores.
Dentro de la definición de indio se deshilacha el término “indígena”, tan inaceptable como decir autóctono para denominar el integrante de una cultura subyacente. Indígena significa en letra fría “originario del país en que habita” . El primer término definido no necesita muchas explicaciones, y de hecho lo descartamos como común denominador. La palabra indígena, según su concepto, encaja con lo pretendido pero en realidad, su composición lingüística nos permite deducir que es muy similar estructuralmente al término “indigente”, significante de carente de medios para subsistir. Por tanto, indígena, indio, indigente, parecieran ser, no para todos, lo mismo, pero no son válidos. Las similitudes en su estructura se pueden apreciar claramente: ¿es casual?; nos cabe otra pregunta: ¿somos carentes?
Otros no han utilizado el término indio y han creído que llamarnos indígenas nos hace más justicia, pero muchos de ellos desconocen de estas una raíz deducida común: indigente, y esto nos convierte en carentes. De no entenderse así, se estará enviando un mensaje bajo llave a las generaciones futuras acerca de una supuesta pobreza y carencia y desvalorización dada en tantos sentidos. Además que, en espíritu, es peyorativo y segregativo.