
A los que rechazaron su presencia les llamaron charrúas tal vez porque decían mucho esa palabra. Y cinco personas de esta cultura, que sobrevivieron, resultaron ser exhibidas en un escenario como los habitantes exóticos de una tierra ultrajada, ultrajándolos hasta la muerte, aparecieron como una noticia de una radio uruguaya porque sus restos fueron repatriados de Francia por voluntad política, así: “los últimos charrúas”. ¿Los últimos habitantes? Y nosotros, confundidos y pensándonos extranjeros en nuestra propia tierra, aprendiendo desde pequeños a no ser relacionados con nuestra identidad. Los antecesores a nuestra realidad fueron aislados y condenados a ser “indigentes”. Aquellos chónik eran como guardianes de esta tierra y convivían con la naturaleza perfectamente autóctona en aquel tiempo, y hoy, cuando viajamos por las rutas, apenas si podemos encontrar árboles de especies originarias.
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