jueves, 20 de agosto de 2009

¿COMO NOS LLAMA EL MUNDO?

El planteo subyacente, tiene que ver con el ¿cómo nos llaman en el mundo? y ¿qué mundo nos llama de esta manera? Actualmente para este sistema de diversidad y pluralidad de conceptos somos los que estamos según el mapa, con formato cartográfico “moderno”, “abajo”, “en el sur”, según la división imaginaria del ecuador “hemisferio sur”, según la dimensión de lo económico “la zona tercermundista”. Este es el “primer corte” y concepto de frontera que se lee en el escenario mundial. Visto desde la economía y la política. Existe un “segundo corte”, es el que corresponde a las sociedades de estados en bloque que implica en un contexto jurídico y económico igualdades en las acciones políticas hacia el mundo.
Estos estratos equiparables y superpuestos en una sociedad educativa importada y transplantada deben construirse desde un origen, un principio, una historia que “no es prehistoria”, ya que según cual concepto nos va a discriminar y excluir como cultura con un pasado validado y valorado dentro de la historia.
Volviendo a qué mundo nos llama, son acaso los creadores del antes y después histórico.
La construcción de la identidad está instaurada dentro de los pendientes nacionales y latinoamericanos.
¿Cómo construyeron su identidad los que nos llaman y nos imponen conceptos? Seguramente nuestra dimensión es diferente a la de ellos, porque el origen lo es, y la composición social también lo es. Entonces, bajando los conceptos referenciados al ámbito dimensional de la República Argentina, deberíamos plantearnos si la falsación de la historia, con los íconos propios, quiebra una identidad subyacente.
Las consideraciones que tienen que ver con los agentes que hacen a la construcción o el sepultamiento del “ser” argentino o americano, en su propia autoconcepción de la identidad, son condicionantes políticos, económicos, sociales y de una “endemia cultural” que afecta a la parcialidad de nuestro país. En términos cartográficos tenemos zonas como Chaco, Noroeste, y contrastes hispanoamericanos en la línea de los Andes, gracias al aporte y rescate de la cultura americana significante en Chile.
Pero la realidad de la educación importa hoy valores que navegan, según el titular de cátedra, en una infra- realidad, la nada, el vaciamiento tangible y la supra- realidad, lo exaltado, de acuerdo a lineamientos categóricos “estancos” y “oficiales”. Los próceres inalcanzables “casi dioses” y por supuestos indiscutibles.
Estos conceptos responden a la persistencia de la línea sarmientina de civilización y barbarie, fundamentada en la acumulación de saberes absolutos, modernos e ideales.
La historia sin prole no es historia y desde la “no reproducción” no se construye la identidad que implica más a una transmisión desde las entrañas mismas de lo nativo –“prehistórico”, según la mirada de los europeos, que van desde las concepciones nuevas aplicadas a la diversidad de situaciones culturales particularizadas.

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