miércoles, 19 de agosto de 2009

EL ORIGEN DE LA IDENTIDAD, COSMOVISIONES ANCESTRALES

Esta imagen muestra a un hombre reflejado en mil hombres, la diversidad de las cosmovisiones y la historia en su dedibujamiento.
Desde los albores del siglo XXI la guerra pasa por el petróleo y se confunde con los fundamentalismos de las distintas cosmovisiones, y después, vendrá seguramente aquella por el agua, en nombre de algo que no se condice para nada con la religión que hoy abrazamos. Así nos explicamos que volver la vista hacia nuestro pasado armonioso será una respuesta.
La naturaleza para nosotros lo era todo, y el todo apuntaba hacia la armonía. Las cosmovisiones nos ponían en medio de ella, todo partía de ahí, en la brecha del Universo creado e incognoscible sin tantas disquisiciones, pues la naturaleza era respetada, y muchas de las características de nuestras estrategias para la vida, y lo sagrado incluso, partían de principios, mitos, pensamientos, en síntesis, una cultura desde su seno, que por milenios nos acunaba. Las más increíbles potestades, la divinidad, lo mágico, y lo ancestral devenían en el tiempo de cosmogonías, visiones del mundo, imaginerías, técnicas, todo ello impregnado en el arte, la transmisión oral y escrita, de lo acontecido en cada momento, de los ciclos que vivimos como habitantes de esta “Abya Yala”, Tierra Fecunda, como llamaron nativos de Colombia, a nuestra Latinoamérica.
Le quitaríamos valor a todo esto desde una óptica materialista. Allende la naturaleza de esos tiempos miraríamos hoy esta tierra bendita que prodiga esperanza, siempre el “nuevo mundo”, y desde esa cosmovisión construiríamos un futuro mejor para nuestros hijos, en un lugar que mucho se parece a la “tierra sin mal”, al “paraíso”, que está aquí, y pretenden ultrajar, más allá de políticas de unión, y buenos y malos resultados que hubo en este ciclo histórico de quinientos y más años que están en este debate.
Nuestros hijos pueden reconstruir nuestra identidad y nuestra historia, apelando a este pensamiento, siempre que, como ahora, les demos herramientas, pero por sobre todo, coraje para hacerlo.
La cosmovisión que contenía la explicación de la vida y la muerte, en la mayoría de los pueblos americanos, era la suma de la inocencia y la naturaleza, en un mundo sin las perversidades a las que estaban acostumbrados los europeos que, según las absurdas conclusiones de algunos estudiosos, eran los “civilizados”

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